viernes, 13 de diciembre de 2013

¿Por qué importa PISA?

Blanca Heredia

Lo más llamativo de la prueba PISA, desde que se anunciaron sus primeros resultados en
2011, son los rankings de países. Se entiende; no sorprende en absoluto. Las comparaciones,
“odiosas” y todo, suelen producirnos una fascinación casi morbosa. Será que, en algún lugar,
los homo sapiens somos, inevitablemente, homos hierarchicus y nos resulta irresistible, para
ubicarnos, saber quién está arriba y quién abajo… quizá.

Pero más allá de la fascinación que produce e incluso de su utilidad, el rankeo de la calidad de
la educación de los países con base en los resultados de PISA no es, ni con mucho, lo más
interesante o importante de esa prueba. PISA importa por lo que mide y por la forma en que lo
mide.

Hasta antes de PISA, el grueso de las pruebas de logro educativo, tanto internacionales como
domésticas, solían —muchas lo siguen haciendo— medir qué tanto, de lo establecido en el
programa de estudios oficial, más allá de sus méritos, habían logrado aprender los alumnos.
PISA se distancia de esa práctica y abre territorio fresco al definir, normativamente, los
saberes con los que un estudiante de 15 años en el siglo XXI debe contar para poder
continuar sus estudios, operar con creatividad y eficacia en su vida pública y privada, y,
eventualmente, tanto acceder a un empleo productivo como convertirse en un ciudadano
activo y responsable.

Las áreas del conocimiento que PISA define como saberes relevantes no es particularmente
novedosa —lectura, matemáticas y ciencias. Donde abre brecha, es en definir el tipo de
saberes importantes como “competencias”, entendidas como la capacidad para movilizar
conocimientos, actitudes y habilidades para la resolución de preguntas o problemas. Eso es lo
que mide PISA: capacidad para juntar las piezas; capacidad para saber, por ejemplo, qué
información interesa para responder una pregunta; capacidad para mirar esa información
desde distintos ángulos; destreza para realizar no sólo cómputos numéricos, sino también
para saber cuál es la mejor forma de procesarlos para la resolución de un determinado
problema.

PISA no mide conocimientos de forma directa y tampoco evalúa habilidad memorística ni
destrezas rutinarias del tipo resolver mecánicamente un determinado tipo de problemas
numéricos. Ese no es su objetivo. Su propósito es otro y consiste en indagar, a través de
definiciones precisas, métodos muy rigurosos, y métricas igualmente precisas y rigurosas, qué
tanto los jóvenes de 15 años que están en la escuela son capaces de usar el conocimiento
que tienen para resolver problemas con distintos niveles de complejidad y de desplegar
habilidades para ubicar y procesar información, así como para relacionar distintos tipos de
evidencia. En resumen, lo que PISA evalúa es la capacidad para pensar y para resolver
problemas en un mundo en el que la información disponible crece geométricamente, en la que
el que desempeñar un mismo tipo de empleo a todo lo largo de la vida parece improbable y en
el que el conocimiento se renueva con enorme celeridad.

PISA es importante porque mide rigurosamente lo que importa medir en el plano de lo
académico y lo cognitivo, si de lo que se trata es de que los sistemas educativos equipen a
sus egresados para vivir vidas libres, productivas y creativas en el siglo XXI.